Convivencia del niño con el perro

En muchas ocasiones nuestro hijo no deja tranquilo al perro, le persigue por la casa, le molesta cuando está tranquilo, le tira del rabo o le coge del pelo con bastante agresividad y por mucho que le expliquemos al niño que el perro no es un juguete, él no lo llega a asimilar, por lo que es necesario no sólo explicarle que es un ser vivo, y que como nosotros tiene ritmos que hay que respetar. Un ejemplo es cuando está dormido, cuando come, etc., en estos momentos no se debe molestar a la mascota.

Además de explicar todas estas cosas deberemos hacerle partícipe de las rutinas del perro, siempre teniendo en cuenta la edad del niño y sus capacidades físicas y mentales. La edad orientativa para comenzar está en torno a los 5 años. En esta edad podemos permitir que el niño le sirva la comida en su comedero o si le vamos a dejar sólo en casa con un juego interactivo podemos dejar que lo rellene y también podemos permitir que le peine y que le masajee.

Todas estas acciones deben de estar supervisadas siempre por un adulto ya que éste debe enseñarle cómo se hace y corregir cuando no lo haga bien.

Hemos hablado del masaje y para ello es necesario conocer a nuestra mascota porque no a todos los perros les gusta lo mismo. A algunos les gustará que los acaricien la tripa, que les toquen el lomo o les acaricien el hocico… Eso lo iremos sabiendo según profundicemos en los gustos de nuestra mascota.

Todos estos rituales diarios fomentan que el vínculo creado entre el perro, el adulto y el niño esté cada vez más asentado, y no sólo eso, sino que el menor se de cuenta de que su mascota tiene necesidades que han de respetarse y responder a ellas tal y como se requiere. Esta es una forma sencilla de introducir al menor en conceptos tan importantes y a veces tan difíciles de asimilar como son el respeto, la tolerancia, la empatía, la generosidad, la cooperación…

Por otro lado podemos llevar a la práctica una serie de juegos con el perro y el niño para trabajar la obediencia básica a través del juego.

  1. Responder a la llamada: El niño se colocará de frente al perro y el adulto se pondrá por detrás del menor. El niño cogerá un premio (puede ser una salchicha) y lo esconderá en la mano, le llamará y el cánido tendrá que tocar con el hocico en la mano donde tiene el premio.
  2. Lanzamiento del premio: En la misma posición que antes, el niño cogerá el premio y se lo mostrará al perro. Una vez que tenga puesta la atención en la salchicha, el niño se lo lanzará.

 

 

Sociabilidad de los Yacos

Los yacos es una especie de loro muy sociable, por lo que no tendrá dificultades en integrarse en la familia y le deberemos dar un compañero bien en el momento de la compra porque sabemos que existe otro yaco con el que se lleva bien o se le dará posteriormente cuando se haya adaptado al hogar. Sí lo hacemos posteriormente deberemos ser muy cuidadosos con la integración de un nuevo yaco en la familia.

Lo primero que debemos hacer es avisar a nuestra mascota que va a tener un compañero, esto cómo lo hacemos, instalando una jaula semanas antes de la llegada del yaco a casa. La instalación de la nueva jaula debe realizarse cerca de donde esta nuestra mascota para que pueda verla. Esta acción se debe realizar 3 0 4 semanas antes de que llegue la nueva ave al hogar.

Una vez que le llevemos a casa es necesario que cada uno tenga su jaula, esto es principalmente prevención, sí les metemos a los dos en la misma jaula posiblemente habrá disputas y peleas por el territorio, así que es mejor que cada uno este en su jaula. Cuando les queramos juntar les levaremos a una habitación que les resulte desconocida a los dos para que no haya peleas por el territorio.

A la hora de sacarles de la jaula es necesario que se saque primero al veterano para que este no se sienta relegado y celoso del nuevo integrante.

Una vez que estén fuera, es importante que estemos presentes y que supervisemos la situación, sí deciden volar deberemos observarles porque es dónde se puede producir una pelea. Los yacos igual que las personas tienen su propia personalidad y entra dentro de las posibilidades que no se lleven bien, no forzaremos la situación y le mantendremos separados.

Yacos y niños

La relación entre yacos y niños puede ser positiva siempre que se sigan una serie de recomendaciones, como por ejemplo que el menor no se ponga a jugar cerca de la jaula, a correr alrededor de ella o a colgarse de la jaula, esto supone para el yaco que le esta invadiendo su territorio y le esta molestando por lo que la reacción de éste puede ser picarle o volverse agresivo con el niño.

Los niños y los yacos pueden crear una buena pareja en la que ambos aprendan de su relación pero es importante que no se les deje solos y que cuando jueguen juntos lo hagan en una habitación que sea neutral para el yaco.

Un dato importante es tener especial cuidado ocn los amigos de los niños, estos no hacen parte de la manda y el yaco los puede sentir como peligrosos.

Educación en refuerzo positivo

Afortunadamente, cada vez podemos ver más perros acompañando a sus dueños a todas partes. La idea de que un perro sólo es para tenerlo en una parcela como perro guardián está prácticamente desterrada, al menos en las ciudades.

Esta concepción del perro como parte integrante de la familia también supone un mayor responsabilidad tanto para con los demás viandantes como para con nuestro propio perro. Por eso debemos darle una educación.

Esto no significa enseñarle a hacer monerías, sino darle unas pautas de comportamiento con las que él se sienta cómodo y descubra el placer de relacionarse con su entorno sin miedos ni estrés.

Perros reactivos y dueños negativos

Un perro que empieza a ladrar en cuanto alguien pasa a su lado o ve un perro o ante cualquier otro estímulo que no suponga una amenaza real es un perro con un problema de ansiedad, lo que se llama un perro reactivo.

Ante este comportamiento, lo que la mayoría de las veces vemos es que los dueños les gritan, les tiran de las correas, o, incluso, les llegan a pegar. Esta actitud de los dueños es muy negativa, porque aunque consigan que el perro se calle, lo hará por miedo no porque hayan solucionado el problema.

Averiguar la razón es fundamental

Siempre hay que acordarse que un perro no hace algo por fastidiarnos, lo hace porque tiene un problema. Y nuestra labor como sus cuidadores es encontrar la raíz del problema y solucionarla.

Pero solucionarla no es evitar que se produzca, sino solucionar el problema que hace que el perro reaccione así. Para ello hay que recurrir a un especialista en conduzca canina, siempre.

Buscar ayuda para curarlo

Igual que nosotros acudiríamos a un profesional para tratar los problemas psicológicos de uno de nuestros hijos, así deberemos actuar con nuestro perro. Primero habrá que consultar con el veterinario para averiguar si puede ser que tenga alguna dolencia.

Si nuestro perro goza de buena salud, entonces es la hora de buscar ayuda de un especialista…. no un adiestrador, sino un especialista en conducta canina.

Especialistas hay muchos y es muy difícil saber cuál elegir. Además, hay varias escuelas de pensamiento. El refuerzo en positivo está basado en el pensamiento de que la mejor manera de educar a un perro es reforzando sus experiencias positivas.

Está claro que a cualquiera nos gustan más los premios y los halagos que los gritos y tirones. Todos haremos con más gusto algo si sabemos que al final conseguiremos un premio que si la meta es sólo no ganarnos un grito.

Cambiando su visión del mundo

De esta manera, con el refuerzo en positivo se busca que los perros asocien las experiencias que les estresan con algo bueno para ir haciendo que baje cada vez más la ansiedad que les produce.

Por ejemplo: un perro que ladra a otros perros no conseguiremos que lo deje de hacer por ponerle un collar de castigo, sólo conseguiremos que cuando se ponga a ladrar al otro perro por miedo se haga daño con el collar y asocie “perro desconocido = dolor” y cada vez se ponga más agresivo.

Con las pautas que nos ofrecen los terapeutas caninos podremos ir mejorando la calidad de vida de nuestro amigo peludo, además de reconvertir esos miedos que presenta.

Paciencia y trabajo

Pero esto no es de un día para otro. Hay que estar dispuesto a ser paciente, a comprender que es un problema que tiene y que hay que curarlo.

Es sumamente importante recordar que es un perro y que su comportamiento negativo no está provocado por sentimientos puramente humanos como la venganza, el desprecio, los celos o cualquier otro nombre que queramos darle.

Los comportamiento negativos son reflejo de algo que no va bien y que hay que trabajar para curarlo, no para esconderlo bajo una dominación que le cause miedo… porque tarde o temprano un comportamiento que hemos retraído a base de gritarle o pegarle hará que se refleje de otra forma causándole mayor sufrimiento.

Premiar en vez de gritar

La tendencia actual entre los nuevos educadores y terapeutas caninos es educar a través de juegos que les resulten atractivos de realizar sin forzarles ni cansarles.

Los premios por el trabajo bien realizado o por no haber repetido una conducta negativa es el mejor aliciente que se puede utilizar.

Las escuelas de refuerzo positivo se pueden localizar por todas partes. Canescool y Mr. Mutt, en Madrid, son un claro ejemplo de este tipo de educación.

Aconsejan que desde pequeños se sociabilicen con otros perros y se eduque en positivo para que los perros crezcan sanos tanto físicamente como mentalmente.

Un perro no es un juguete, es un ser vivo que necesita nuestro respeto además de nuestro cariño. Y, por supuesto, una educación basada en esas premisas y no en el miedo y en el “yo mando”.

Esto no significa dejarle hacer lo que quiera, no, no es eso. Es enseñarle lo que deseamos que haga premiándolo por hacerlo.