La vacuna contra la rabia hace años que tiene carácter voluntario en casi toda España, ya que el último caso de esta enfermedad que se había conocido databa de 1978. Poco a poco muchos propietarios de perros y sobre todo de gatos fueron descuidando la cita anual.
En muchas comunidades esta vacuna era gratuita y se solía citar a los perros de cada núcleo para vacunaciones masivas. Cada Comunidad Autónoma tiene potestad para decidir si esta vacuna es o no obligatoria en su territorio.
Un caso de rabia ha saltado a los periódicos
Pero tras 35 años sin ningún caso detectado hace poco saltaba a los periódicos el caso de un perro que había atacado a varios niños y un adulto y que resultó estar afectado de rabia. Tras una investigación se descubrió que el can había estado en contacto con otros animales que en algunos casos también dieron positivo en las pruebas que se realizaron.
Ante esta situación el gobierno ha decretado alerta por la rabia. Las diferentes asociaciones de veterinarios han recomendado a todos los propietarios de mascotas susceptibles de presentar esta enfermedad que las vacunen para prevenir tanto que su animal se infecte, como que se propague el virus por nuestro territorio.
La rabia, también conocida por hidrofobia por el rechazo al agua de quién la padece, es una enfermedad infecciosa vírica que causa encefalitis y produce la muerte en casi el cien por cien de los casos. Las mascotas que pueden padecer rabia son los perros, gatos y los hurones. Entre los animales salvajes los lobos, los zorros, los mapaches y los murciélagos son los más proclives a padecerla.
Formas de contagio y síntomas de la enfermedad
La forma más habitual de contagio es por una mordedura, ya que la saliva y la sangre por contacto directo son las fuentes de transmisión. Un animal ya transmite la enfermedad varios días antes de que sean visibles los primeros síntomas, por lo que es fácil que la pueda propagar antes de que nos demos cuenta de lo que ocurre.
Además los síntomas de la rabia son bastante ambiguos y pueden corresponderse con otras enfermedades por lo que puede ser complicado detectarla en un principio. El animal puede experimentar debilidad, cansancio, anorexia o vómitos durante la primera etapa. Solo cuando la enfermedad está más avanzada vemos los síntomas más clásicos y reconocibles como es el horror al agua y la agresividad.
Aunque creas que tu mascota no corre excesivo riesgo, vacúnala para prevenir que esta enfermedad vuelva a extenderse por nuestro territorio con sus nefastas consecuencias. Entre todos podemos impedirlo.