No hablo en broma si digo que muchos dueños de perras han llegado a consultas veterinarias o a diferentes foros de Internet con esta pregunta, preocupados por el comportamiento de sus compañeras perrunas. Hay actitudes de una animal que identificamos como sexuales cuándo no es así y nos pueden hacer pensar cosas que están muy lejos de la realidad.
Perras que montan a machos o a otras perras e incluso se mueven como si quisieran aparearse sin estar en celo. Incluso en muchas ocasiones presentan esta conducta hacia nosotros, tratando de montar nuestra pierna o incluso nuestra cabeza si estamos tumbados. O que se acercan a la rueda del coche o a una pared y levantan la pata para mear tal cual lo hace un macho. Si bien esto último no tiene ninguna importancia el hecho de montar si puede traer conflictos.
No es algo sexual, es dominación
Sin embargo la realidad es que estas conductas, a no ser que la perra esté en celo, tienen mucho más que ver con un animal muy dominante que trata de someter a otro perro o a su humano, que con un conflicto de rol sexual. Una hembra con un sentimiento de liderazgo mal encauzado puede presentar estas conductas para mostrar su fuerza y erigirse como líder de su manada.
Aunque el animal sea pequeño y no nos moleste demasiado su jueguecito en ningún caso debemos de permitirle que actúe de ese modo con nosotros, ya que consentir estos comportamientos denotaría por nuestra parte una actitud de “sumisión” hacia el animal.
Nuestro lenguaje corporal sería interpretado por la perra como rendición y por tanto trataría de tomar el control de la situación desarrollando problemas de conducta y de disciplina muy difíciles de corregir si no se toman medidas desde el primer momento.
Corregir ese comportamiento evitará conflictos futuros
Cuándo la perra comience a mostrar estos comportamientos con otros animales o con nosotros mismos deberemos de corregirla con firmeza, pero sin gritarle ni enfadarnos. No debemos de ponernos nerviosos pero si bajarla al momento y hacerla desistir de su actitud con paciencia, separándola cuántas veces sea preciso hacerlo.
Si no impedimos que actúe de ese modo con otros perros pueden terminar desencadenándose peleas muy desagradables y problemas de convivencia si se trata de otros perros de la casa. Con personas, mostrarnos sumisos según ellos lo interpretan, echa por tierra nuestra autoridad y que podamos terminar por no controlar al animal.
Conocer el lenguaje corporal de nuestros perros es fundamental para interpretar sus acciones correctamente y poner freno a aquellas que puedan ser fuente de conflictos y problemas.