El TOC, trastorno obsesivo compulsivo, es uno de los problemas psicológicos más frecuentes en nuestras mascotas, sobre todo en los gatos. Los felinos son muy sensibles a todos los cambios en el entorno, desde los más evidentes como pueden ser mudanzas o la llegada de un nuevo miembro a la familia, hasta pequeños detalles que a nosotros pueden parecernos sin importancia.
El simple hecho de cambiar de sitio un mueble puede ser suficiente para que nuestro minino se altere y comience a mostrarse nervioso o a sufrir cambios en su comportamiento. No es que cambiar un mueble cause el trastorno, sino que un gato con propensión al TOC no necesita demasiado para tener una pequeña crisis.
Manifestaciones del TOC
Este trastorno se manifiesta por la repetición continuada de una conducta aparentemente sin sentido motivada por la ansiedad. Algunas veces puede resultar peligrosa, como masticar o ingerir lana y plásticos. Debemos de vigilar este tipo de comportamientos ya que podrían causar una oclusión intestinal.
Otras son terriblemente molestas, como en el caso de las vocalizaciones. Las vocalizaciones no son más que maullidos sin causa aparente y que pueden repetirse durante horas, tanto de día como de noche sacando de quicio al dueño más paciente.
Qué hacer si creo que mi gato sufre de TOC
Lo más efectivo sería la prevención mediante pautas adecuadas antes de que se produzcan los cambios, por ejemplo mediante feromonas en difusores eléctricos. Cuándo vamos a trasladarnos es una buena idea colocar uno de estos en la vieja casa y otro en la nueva al menos con quince días de antelación.
Si va a haber obras, va a venir un nuevo gato a casa, o simplemente un nuevo miembro humano se unirá a la familia, también es beneficioso poner estos difusores con antelación.
Pero esto no siempre es posible ya que hay cambios que no se pueden predecir y porque hay algunos gatos extremadamente propensos que ante cualquier cosa pueden comenzar a sufrir este trastorno. Si nos encontramos con el problema lo ideal es distraer la atención del gato proporcionándole juegos y estímulos adecuados.
No debemos enfadarnos, el gato no se porta mal por fastidiar ni porque se haya vuelto travieso, siente una fuerte ansiedad y la manifiesta de esta manera. Si persiste en su conducta se deberá de acudir al veterinario para que valore di darle medicación o si por el contrario aconseja su derivación a un etólogo.