Los doberman son una raza de perro, la cual no tiene muy buena fama, se ha hablado mucho sobre este tipo de perros y no siempre correctamente. Entre las cosas que se les ha atribuido están que les falta un hueso en la cabeza, que el cerebro les crece, que el propio cerebro se va comiendo así mismo… en fin cosas varias que no ayudan nada a la reputación de este animal. Todas estás afirmaciones están realizadas desde la ignorancia y la falta de respeto al mundo animal.
Una de las historias que se cuenta sobre este animal, es que eran los encargados de mantener el orden en los campos de concentración animal durante la segunda guerra mundial, esto no es del todo cierto, algunos había, pero la gran mayoría de perros eran de raza rott weiler y pastor alemán.
Hubo un tiempo que se pusieron de moda entre la gente comprar esta raza de perro, y esto es lo de siempre que si no se realiza con responsabilidad se pueden cometer muchos errores con consecuencias muy negativas. Cuando se puso de moda, la gente lo adquiría para guardián de la casa, terrenos… y es cierto que tienen carácter y que su físico les acompaña en esa imagen de duros. Pero como hay que saber educar y enseñarle disciplina de nada me sirve que ataque si lo hace de forma indiscriminada y no para cuando se le manda, esto no es culpa del perro, es un problema del humano que lo ha adquirido y que no ha sabido educarlo poniéndole límites, normas y estableciendo una obediencia básica que al fin y al cabo es con lo que se construye todo lo demás.
Los doberman son perros de energía alta, esto significa que la persona que decida tener este tipo de perro, debe tener una personalidad fuerte y equilibrada para conseguir ser el líder de la manada. A todos los perros hay que darles equilibrio, pero sobre todo especialmente a los que tienen energía elevada, como los doberman, rott weiller, pit bull y todos lo que se le pasen por la imaginación.
Cuando paseen por la calle y vean un doberman paseando preguntense si realmente es fiero o si le tengo miedo y es por las historias que me han llegado posiblemente desde la infancia, lo que provocan que cuando vea a este animal decida ponerme a la defensiva. El perro no tiene la culpa de nada porque la dureza, fiereza, maldad es atribuida por el ser humano.