Orgullo de especie

Tengo muy claro que quienes dicen eso de “cuanto más conozco a las personas, más prefiero a mi perro” están diciendo una soberana gilipollez. Pero sólo por el hecho de que el humano, al igual que perros, gatos, hurones o escarabajos de la patata, es un animal en el sentido más científico y menos peyorativo de la palabra.

Y, como animales que somos, como seres vivos, de hecho, que somos, poseemos una especie de instinto, de orgullo de especie, un considerar a nuestra progenie la más importante que hace que sobrevivamos ante otros animales y plantas.

Como digo, sólo desde el punto de vista expuesto entiendo que hemos de preferir a nuestros congéneres antes que a nuestras mascotas. Lo demás, sería negar el instinto que nos ha traído hasta aquí como especie (y que no sé hasta qué punto es bueno para el planeta en su conjunto).

Un impulso jueguetón

Pero vamos a jugar a negar ese impulso natural. Vamos a suponer que nuestras entrañas no nos impulsan a pensar que el ser humano es la especie que más vale la pena, haciendo un poco de psicología ficción.

¿Qué tienen de extraordinario otras especies para que podamos preferirlas a la nuestra propia? Pues, cada uno tendrá sus motivos, pero un servidor va a hablar de algunos de los suyos para adorar (no literalmente, claro) a determinadas especies que superan en ciertos aspectos al evolucionado (¡Ay, que me parto de risa!) ser humano.

Perros, gatos, canarios y otras especies superiores

El primer ejemplo que se me ocurre es también el más manido: el perro. Sólo si has mirado a los ojos a un perro y has visto hasta qué punto puede llegar a ser noble esa mirada, hasta qué punto te transmite que daría, sin dudarlo un segundo, la vida por ti. Sólo si has sentido una cabeza apoyada en tu muslo, mendigando aprobación y mimos, sin pedir más que eso, sabrás por qué sólo el instinto nos impide preferir a los perros antes que a los humanos.

Pero, claro, hay personas para las que la nobleza, la bondad o la fidelidad sin límites no son suficientes. Natural: estamos hablando de un concurso de méritos entre especies y uno de los concursantes es el género humano.

Siempre hay quien lo supere a uno

Sea: observemos la elegancia del caminar felino, la belleza del plumaje o del canto de un pájaro… En fin, todo aquello en lo que otras especies, de una u otra forma nos superan. No nos engañemos: al menos un servidor sigue prefiriendo a los humanos

… Pero por un margen cada vez menor. Al fin y al cabo, somos la única especie que lucha conscientemente a muerte, que mata por placer y que soporta tener banqueros y políticos entre sus semejantes.