Afortunadamente, cada vez podemos ver más perros acompañando a sus dueños a todas partes. La idea de que un perro sólo es para tenerlo en una parcela como perro guardián está prácticamente desterrada, al menos en las ciudades.
Esta concepción del perro como parte integrante de la familia también supone un mayor responsabilidad tanto para con los demás viandantes como para con nuestro propio perro. Por eso debemos darle una educación.
Esto no significa enseñarle a hacer monerías, sino darle unas pautas de comportamiento con las que él se sienta cómodo y descubra el placer de relacionarse con su entorno sin miedos ni estrés.
Perros reactivos y dueños negativos
Un perro que empieza a ladrar en cuanto alguien pasa a su lado o ve un perro o ante cualquier otro estímulo que no suponga una amenaza real es un perro con un problema de ansiedad, lo que se llama un perro reactivo.
Ante este comportamiento, lo que la mayoría de las veces vemos es que los dueños les gritan, les tiran de las correas, o, incluso, les llegan a pegar. Esta actitud de los dueños es muy negativa, porque aunque consigan que el perro se calle, lo hará por miedo no porque hayan solucionado el problema.
Averiguar la razón es fundamental
Siempre hay que acordarse que un perro no hace algo por fastidiarnos, lo hace porque tiene un problema. Y nuestra labor como sus cuidadores es encontrar la raíz del problema y solucionarla.
Pero solucionarla no es evitar que se produzca, sino solucionar el problema que hace que el perro reaccione así. Para ello hay que recurrir a un especialista en conduzca canina, siempre.
Buscar ayuda para curarlo
Igual que nosotros acudiríamos a un profesional para tratar los problemas psicológicos de uno de nuestros hijos, así deberemos actuar con nuestro perro. Primero habrá que consultar con el veterinario para averiguar si puede ser que tenga alguna dolencia.
Si nuestro perro goza de buena salud, entonces es la hora de buscar ayuda de un especialista…. no un adiestrador, sino un especialista en conducta canina.
Especialistas hay muchos y es muy difícil saber cuál elegir. Además, hay varias escuelas de pensamiento. El refuerzo en positivo está basado en el pensamiento de que la mejor manera de educar a un perro es reforzando sus experiencias positivas.
Está claro que a cualquiera nos gustan más los premios y los halagos que los gritos y tirones. Todos haremos con más gusto algo si sabemos que al final conseguiremos un premio que si la meta es sólo no ganarnos un grito.
Cambiando su visión del mundo
De esta manera, con el refuerzo en positivo se busca que los perros asocien las experiencias que les estresan con algo bueno para ir haciendo que baje cada vez más la ansiedad que les produce.
Por ejemplo: un perro que ladra a otros perros no conseguiremos que lo deje de hacer por ponerle un collar de castigo, sólo conseguiremos que cuando se ponga a ladrar al otro perro por miedo se haga daño con el collar y asocie “perro desconocido = dolor” y cada vez se ponga más agresivo.
Con las pautas que nos ofrecen los terapeutas caninos podremos ir mejorando la calidad de vida de nuestro amigo peludo, además de reconvertir esos miedos que presenta.
Paciencia y trabajo
Pero esto no es de un día para otro. Hay que estar dispuesto a ser paciente, a comprender que es un problema que tiene y que hay que curarlo.
Es sumamente importante recordar que es un perro y que su comportamiento negativo no está provocado por sentimientos puramente humanos como la venganza, el desprecio, los celos o cualquier otro nombre que queramos darle.
Los comportamiento negativos son reflejo de algo que no va bien y que hay que trabajar para curarlo, no para esconderlo bajo una dominación que le cause miedo… porque tarde o temprano un comportamiento que hemos retraído a base de gritarle o pegarle hará que se refleje de otra forma causándole mayor sufrimiento.
Premiar en vez de gritar
La tendencia actual entre los nuevos educadores y terapeutas caninos es educar a través de juegos que les resulten atractivos de realizar sin forzarles ni cansarles.
Los premios por el trabajo bien realizado o por no haber repetido una conducta negativa es el mejor aliciente que se puede utilizar.
Las escuelas de refuerzo positivo se pueden localizar por todas partes. Canescool y Mr. Mutt, en Madrid, son un claro ejemplo de este tipo de educación.
Aconsejan que desde pequeños se sociabilicen con otros perros y se eduque en positivo para que los perros crezcan sanos tanto físicamente como mentalmente.
Un perro no es un juguete, es un ser vivo que necesita nuestro respeto además de nuestro cariño. Y, por supuesto, una educación basada en esas premisas y no en el miedo y en el “yo mando”.
Esto no significa dejarle hacer lo que quiera, no, no es eso. Es enseñarle lo que deseamos que haga premiándolo por hacerlo.