El perro es el mejor amigo del hombre. Tanto es así, que muchos de nosotros tratamos a nuestro perro como un miembro más de nuestra familia como si de una persona se tratase. Tanto nuestra mascota como nosotros mismos agradecemos el cariño que nos damos mutuamente ya que un perro nos da todo el cariño que puede y mucho más.
Por ello no es de extrañar que demos a nuestro perro todo tipo de comodidades y cuidados para que su vida sea lo más placentera posible. Pero como en todos los ámbitos de nuestra vida, en la vida de nuestro perro es imposible que podamos tener todo bajo control. Hay ocasiones en que por mucho cuidado que pongamos y por más comodidades que tenga nuestro perro, pueda tener algún tipo de dolencia o enfermedad que escapan a nuestro control.
Problemas óseos o de parásitos, los más comunes
Llevar a nuestro perro al veterinario de forma regular puede prevenir muchos males y muchas enfermedades. Sin embargo hay muchas que escapan a nuestro control e incluso al control de los veterinarios ya que hay ciertas enfermedades que tienen un origen desconocido e imprevisible para nuestro perro.
Una de las enfermedades más comunes en nuestros perros suelen ser las enfermedades parasitarias y víricas de diferente índole. Enfermedades que pueden quedar en una anécdota pero que si no se cogen a tiempo pueden resultar fatales. Algunas de las más comunes son la sarna y los parásitos gastrointestinales.
En el caso de la sarna, se detecta sobre todo por la falta de pelo en algunas zonas del cuerpo de nuestro perro debido a los enormes picores que siente nuestra mascota. En el caso de los parásitos gastrointestinales, suelen presentarse algunos síntomas como vómitos abundantes, dolor abdominal o muchas ganas de comer.
En el caso de estas enfermedades parasitarias, los veterinarios suelen recomendar el uso de algunos tipos de productos y de antibióticos especiales para cada uno de los tipos de dolencias que pueda tener nuestro perro. Eso sí, es esencial para la buena curación de la enfermedad y el bienestar de nuestro amigo canino que acudamos a un veterinario en el primer momento en el que comencemos a ver los primeros síntomas para que puedan curarse cuanto antes de manera satisfactoria.