Con esta petición empiezan muchas de las cartas que estos días dirigen los niños a los Reyes Magos. Nada más inocente y tierno que conlleva muchos problemas si los padres no han pensado bien en la responsabilidad y trabajo que tiene hacerse cargo de un perro.
Ya sabemos que decirle “no” a nuestros niños es algo que les partirá el alma y que acarreará lloros y peticiones cada vez más intensas acompañadas de pucheros que nos partirán el alma a nosotros, pero decirle que sí por no pasar por todo lo anterior es un error.
Muchos padres deciden ceder a las exigencias de su hijo con la famosa condición de que sean ellos lo que se ocupen del perrito, sin que ellos realmente deseen tener un perro en casa. Esto supone muchos de los abandonos futuros con la excusa de que “nuestro hijo ya no lo hace caso”.
Responsabilidad de toda la familia
Una adopción de un perro debe ser una decisión que tome toda la familia al completo y que cada uno entiendas las responsabilidades que conllevará y que todos deben de tomar parte en su cuidado, pero nunca se debe responsabilizar al niño que quiere el perro de su cuidado.
Supeditar el cuidado del perro a un niño, aunque sea un adolescente, es un grave error, ya que los adultos de la casa deben de tener muy presente que el perro les acompañará durante muchos años durante los cuales los deseos y prioridades de su hijo pueden variar hasta límites insospechados.
Meditarlo cuidadosamente
Para valorar realmente si se está dispuesto a asumir esa responsabilidad, lo ideal es hacer una lista de pros y contras de los cambios que supondrá tener un nuevo miembro en la familia y valorarlo entre la familia. Ver qué está dispuesto cada uno a sacrificar y decidir en consecuencia.
Si ninguno de los padres han vivido antes con perro lo mejor es que se acerquen a asesorarse sobre los cuidados que deberán darle al animal a alguna de las protectoras de su zona, que son las que no le van a pintar todo de color de rosa y les dirán realmente qué significa tener un perro.
Cuidarlo durante toda su vida
Aparte de las visitas veterinarias, hay dos grandes responsabilidades que no variarán durante toda la vida del perro con nosotros y que debemos tenerlas muy presentes antes de adoptar: la necesidad de darle paseos y el problema de las vacaciones.
“Bajar al perro a la calle” no es sólo para que pueda hacer sus necesidades, sino para que se socialice con los perros del vecindario y para que disfrute oliendo e interactuando con su ambiente. En cuanto a las vacaciones, es posible que se deban cambiar algunos hábitos para podernos llevar al perro con nosotros.