Que sí: que tener en casa una iguana de un metro, un loro rojo descomunal o una pitón de dos metros “viste” mucho. Pero es una irresponsabilidad. Estamos de acuerdo en que los animales exóticos pueden llegar a ser tanto muy bonitos como un signo de distinción. Pero, por favor, son seres vivos: tratémoslos como a tales.
Me enfada sobremanera ver cómo un cretino cualquiera exhibe, inconsciente, un descomunal guacamayo al que luego no puede atender, ni darle la atención –mucha atención- que este pájaro requiere.
Pero lo que de verdad me indigna es ver, como ya he visto, a un tonto presumiendo de que tiene un león a la puerta de su garaje para que los ladrones no le entren a robar. Me cabrea que tamaño imbécil reduzca a un animal majestuoso, el rey por derecho divino y natural al papel, digno pero impropio, de un mastín.
Imbéciles con dinero, una especie peligrosa
“Ju, ju. Desde que tengo al león, los ladrones no han vuelto a entrar, ju, ju…”, presume el muy imbécil.
Y su caso no es el peor: al menos el animal ha crecido a su lado, alimentado con biberones. Otros, simplemente, adoptan un tigre y, por el gusto de dárselas de valientes, entran en la jaula a darles de comer. Eso sí, tras extirparle las uñas. He dicho fantasmas, no tontos.
Me cuesta describir lo que siento, sin recurrir al más vil y barriobajero insulto, contra los humanos cada vez que veo un gran felino, un ave exótica o un gigantesco reptil en un refugio para animales, como el que regenta Terra Natura en Benidorm.
Un cementerio de elefantes
Allí llegan esas mascotas cuando se hacen demasiado grandes y peligrosas, o cuando los vecinos dicen que les resulta incómodo que el de al lado tenga un guepardo en casa. Por si los niños quieres acariciarlo y él no se deja.
Desde el refugio, los propios veterinarios comentan, en declaraciones recogidas por la agencia Europa Press que las familias deben ser responsables y han mostrado, asimismo, su “preocupación porque al tradicional cachorrito se suma una sorprendente variedad de especies exóticas”.
El más débil se lleva la peor parte
Y es que a partir del 7 de enero “suele comenzar una complicada situación en la que el animal se lleva la peor parte”, porque no todas las casas presentan las condiciones necesarias ni todas las familias o vecindarios están preparados para acoger y cuidar a determinados animales.
Las mismas fuentes indican que “adquirir una mascota representa un compromiso serio y nos vincula de por vida al recién llegado a la familia.” Claro que si hay idiotas que son incapaces de entender que la puerta del garaje no es lugar para un gato de media tonelada, difícilmente van a comprender conceptos como ‘compromiso serio’, ‘de por vida’ o ‘no todo vale para darse pisto, so memo’.