Reconozco que esta mascota exótica me había llamado la atención sólo por el nombre. Se trata de un ave casi completamente negra, de unos 25 centímetros desde el pico hasta la cola. Es gregaria y vive toda su vida, como quince años, en pareja. Puede encontrarse en estado salvaje en las selvas de Malasia, China y la India.
El miná del Himalaya come, cuando lo tenemos en casa, insectos en pequeñas cantidades, como saltamontes, grillos o gusanos de la harina. Pero le daremos principalmente frutas dulces como melón, mango, papaya o manzana. Le aportaremos también algo de arroz, patatas y maíz. Un apunte: evitemos las frutas ácidas, como la piña o la naranja, que le provocarán problemas digestivos.
Un huésped exigente
Para que esta ave se encuentre cómoda en casa, hemos de tener en cuenta que, al igual que la mayoría de los pájaros de origen tropical, necesita recibir grandes dosis de sol. Por otra parte, necesita una jaula muy grande (del orden de 2,5×2,5×3 metros) con cajas nido y un recipiente de unos cuatro centímetros de profundidad para el agua.
La enorme jaula a la que hacíamos referencia en el párrafo anterior requiere, además, cierta preparación: Para empezar, pondremos una capa de unos dice centímetros de espesor de gravilla en el suelo, entre la que esconderemos el cable calefactor. En el caso de que el terrario sea de exterior, puede construirse sobre una pared de ladrillos, de al menos un metro, que reciban el sol, aunque no todo el día y que, a su vez, ofrezcan zonas de sombra.
Un pájaro inteligente
Los cuidados del miná del Himalaya incluyen limpiar el comedero todos los días y ofrecerle más insectos durante la, por otra parte complicada, época de cría. Por lo demás, es un pájaro inteligente que necesita y agradece mucho la atención del ser humano, cuya voz imita muy bien.
Como ya hemos apuntado, la cría de esta ave es muy complicada. El periodo fértil va de abril a junio, temporada en la que la hembra pone de dos a tres huevos de un tono verde pálido cuya incubación dura catorce días.
En la época de cría, los minás forman parejas (que durarán toda su vida) y abandonan la bandada para criar a sus polluelos en el hueco del tronco de un árbol. Los polluelos aprenden a volar con sólo cuatro o cinco semanas, aunque los padres suelen alimentarlos hasta los dos meses, momento en el que los rechazan.