Los peligros navideños

Se acercan las fiestas navideñas y con ellas toda clase de nuevas experiencias para nuestros peludos. Mercados navideños, aglomeraciones de gente, villancicos sonando en los altavoces de las calles, petardos, etc.

Por lo general los grandes alborotos no son lo más adecuado para nuestros perros, por lo que no es aconsejable ir con ellos a pasear entre el bullicio. Hay que tener en cuenta que ellos se rigen por los estímulos olfativos y auditivos y sobrecargarles de ellos les puede suponer un estrés.

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No conociste a Zar

Como pretendo que este blog tenga un mínimo de estilo y elegancia, no me voy a parar a decirte que creo que eres un hijo de la grandísima puta (¿qué tendrán los exabruptos que en cuanto gritas “cabrón” en una plaza atestada de gente vuelve la cabeza hasta el que no lo es?).

De entre todos los que han vuelto la cabeza, entre curiosos e indignados, me dirijo a ti. Sí, a ti, cuya cara no conozco, pero que eras el antiguo de dueño de Zar. Bueno, yo lo llamé Zar, aunque en la protectora de animales, donde casi se muere de la neumonía, lo llamaban Beethoven. Así de simpático y lindo era.

Cuando llegó a casa, Zar, Beethoven o Chucho, como imagino que lo llamarías, era un animal lleno de heridas, visibles e invisibles: además de las cicatrices, de los callos en los huesos (tenía la cola rota y par de costillas mal soldadas), además de los parásitos que lo estaban, literalmente, matando, era un perro destrozado por dentro.

Heridas ocultas

Supongo que, como ser sin alma que eres, no te importará demasiado, pero el pobre animal entraba en pánico cada vez que oía el motor de un coche grande o el ruido de la persiana de un garaje. Es más: no soportaba la presencia de otro ser humano salvo la mía, llegando a orinarse de pánico cada vez que se le acercaba alguien.

Recuerdo que tuve que improvisar pañales con bolsas de la compra para que no ensuciase los rellanos de la escalera, puesto que también sufría ataques de terror al salir a la calle. Sí: sólo unas dosis de paciencia dignas del santo Job lograron arreglar en parte tus estragos.

Una cadena demasiado larga

Sin embargo, Zar me demostró, todavía muy débil, febril, y obligado a salir para que le diera el aire, que, de haber sido preciso, habría dado la vida por mí. Pero esa es, aunque también esta que te estoy contando, otra historia.

La verdad es que, cuando Zar llegó a casa, me hice con una cadena (sí: de esas de ferretería) como cinco metros más grande de lo necesario. Eran dos los motivos: de un lado, jugar con las distancias de modo que el perro pudiera acercarse o alejarse de mis piernas según se fuera sintiendo más o menos seguro.

El otro motivo era el de hacerte tragar tres metros de cadena envueltos en mi puño si alguna vez te encontraba. Pero, tranquilo: por cobarde y mierdas que seas, no te va a pasar nada por mi parte. Ya tienes suficiente castigo: no conociste a Zar.

El mejor perro del mundo

Aunque creo que todos los amos dirían lo mismo, voy a hablar del mejor perro del mundo. Cuarenta y dos kilos de cariño, lealtad y nobleza antepuestas, de ser necesario, a su propia vida. Una cabeza enorme en comparación con el cuerpo, musculoso y duro como si fuera de mármol, sujeto por unas patas cuyas zarpas eran más grandes que el centro de la palma de la mano. Y ojos de niño inocente.

Los ojos. Los ojos de un rottweiler que me enseñó a ser persona antes que gente, a cuidar y a querer sin esperar nada más allá de lo más básico a cambio. Siempre he considerado que con las razas grandes hay que ser muy firme y, de ser necesario, corregirlos con un cachete. Rara vez llegaba a tal extremo, pero Draco, que ahora tendría, de vivir, catorce años, nunca me respondió con un mal gesto.

Berlin #2

El perro llegó a un piso de estudiantes con apenas cuatro meses y, superado algún que otro miedo de los chicos, se convirtió en la mascota, no ya de a casa, sino de todo el edificio. Así era: sociable, noble. Bueno.

Una educación sencilla pero imprescindible

La inteligencia y deseo de complacer de Draco eran tales que hicieron que aprendiera a dar la pata en cinco minutos, a sentarse en otros tantos y a tumbarse –esto último ayudado por restos de chuletones de un restaurante- en apenas diez.

En la calle, pronto pudo salir a pasear sin correa: con un “¡Al pie!” se situaba a tu lado y no se adelantaba más de un metro. Y la prueba de que los animales son muchas veces más inteligentes que las personas es que, allá por donde íbamos, siempre había alguien que se apartaba, con mala cara. Vale: lo entiendo: un animal de ese tamaño impone, por pacífico que se muestre.

La jauría, la familia

Pero es que cuando llegábamos al parque, Draco jugaba con cualquier perro (con cualquier cosa en realidad). Encontró, merced a su tamaño, un lugar en la jauría en muy poco tiempo. El líder era otro rottweiler: Masai, detrás, un husky cuyo nombre no recuerdo, luego, Draco.

Recuerdo lo que me reía cuando los perros pequeños se le colgaban de la cara para jugar o para agredirlo y él, tranquilo, caminaba unos metros. Cuando se aburría del juego, con una pata, suavemente, los apartaba

¿La raza o el amo?

Podría seguir hablando durante horas y horas de cómo me enganchaba el mosquete a la presilla del pantalón y hacía que él me sacara de paseo, con la correa en la boca; de cómo, cuando me hacía daño por jugar con él (el daño me lo hacía yo: él era extremadamente cuidadoso), Draco paraba, se sentaba e intentaba lamerme…

Y todavía hay quien tiene la osadía de hablar de razas peligrosas en lugar de hacerlo de amos hijos de mil padres.

Los perros y el acicalado.

Es bonito ver a un perro limpio, aseado y que le brille el pelo, para conseguir todo esto, hay que dedicarle un tiempo todos los días a acicalarle, no solo para que su aspecto sea vistoso sino también para crear un vínculo con nuestra mascota, que le genere menos estrés ir al veterinario… El momento del aseo, es un momento de relax para los dos en el que se crea una unión y una complicidad.

Los perros no necesitan que se les de un baño todos los días, su piel y pelo no lo aguantarían, les debemos bañar cada dos o tres meses utilizando champús y jabones específicos para ellos, no escatiméis en el dinero, porque la elección del champú es importante para lograr que el pelo de nuestro perro este sano y brille. Cuando le bañemos, debemos de tener todos los útiles que vayamos a usar preparados antes de empezar, porque si le dejamos solo en el baño porque se nos ha olvidado algo las consecuencias pueden ser negativas, desde que se produzca algún accidente por intentar salir del baño, o simplemente salga y lo ponga todo patas arriba…

Una vez que ha salido del agua, hay que secarles el pelo para evitar que enfermen, Hay razas que con una pasada de toalla es suficiente para secarles el pelo, pero existen otros que no, que es necesario secarles el pelo, habitualmente cogemos nuestro secador de pelo para hacerlo pero hay que tener cuidado porque le podemos quemar. En el mercado existen unos aparatos que son como los secadores que se llaman expulsores, estos aparatos lo que hacen es lanzar el agua hacia afuera del pelo y del cuerpo, no desprende calor, el inconveniente que pueden tener es el ruido que hacen que pueden asustar al perro.

Cuando sale de su baño podemos aprovechar para cortar las uñas, porque se habrán ablandado, para ello usaremos un corta uñas específico para perros. Utilizar un corta uñas de personas o un alicate no específico supone que tengamos que hacer varios cortes a la misma uña o que tengamos que poner posturas incómodas que hagan que el perro se ponga nervioso o intente escaparse. Un corta uñas para perro hace un corte y ya esta. No debemos cortar al ras las uñas porque son muy sensibles y sangran bastante. Las uñas blancas no tienen ninguna dificultad se ve perfectamente donde debemos realizar el corte, las complicadas son las de colores oscuros, aquellas que son marrones o negras, éstas si que tienen más dificultad porque no se ve bien donde llegan. Si os da miedo, es mejor que le lleváis al veterinario o al peluquero que se encargará de cortárselas sin problema.

Por último, el cepillado se debe realizar todos los días, con un cepillo apropiado para el pelo de nuestra mascota, evitaremos los de metal porque hacen y daño y pueden terminar haciéndole una herida en la piel.

 

Comando: Mira en el perro

Los comandos u órdenes son palabras o gestos que se utilizan para que el perro haga lo que se le esta pidiendo, es decir si se le dice mira debería de girar la cabeza hacia la posición que ocupamos, si se le dice sienta, deberá sentarse en el suelo. Se le puede enseñar muchos comandos al perro siempre con paciencia y constancia. Antes de comenzar a enseñar una orden a la mascota es necesario que se piense que se quiere conseguir con ello y hay que ser lo más específico posible. En muchas ocasiones el error es expresar una palabra y comunicar otra cosa con nuestro cuerpo, los perros no entienden el lenguaje verbal, ellos asocian y son unos expertos en reconocer la expresión corporal.

La orden de mirar es la primera que se debe enseñar al perro, antes de enseñarle a sentar, tumbar o cualquier otro truco que se le quiera enseñar, esto es así porque una vez que tiene interiorizado el comando mira es más fácil que aprenda todo lo demás porque estará pendiente de su dueño.

La forma más sencilla de enseñar al cánido es con el clicker y con un premio, posiblemente con el que mejor aprenderá será el de la comida. Para comenzar el aprendizaje se deberán de colocar frente a él, sin ruidos ni distractores alrededor. Una vez que se encuentre frente a él, se colocará el premio en el puente de la nariz y dirá el nombre del perro y MIRA. Las primeras veces que se intente con casi total seguridad el mira durará un segundo escaso, se deberá premiar, para que vaya asociando que cuando realiza ese comando consigue algo positivo a cambio.

Es necesario repetirlo muchas veces pero tampoco se debe realizar durante un tiempo prolongado, lo mejor es hacerlo durante 5 o 6 veces seguidas y después parar, repitiéndolo a lo largo del día. Según se vaya trabajando este concepto mejor resultará, cada vez mantendrá mas la atención. Una vez que se ha conseguido se aumentará la dificultad, se pasará a trabajarlo en una habitación distinta, con personas alrededor, con juguetes cerca y por último en la calle. Cuando se trabaja en la calle se comenzará en lugar tranquilo en el que se encuentren solos para reducir al máximo los distractores cuando se haya conseguido se incrementará la dificultad.

Es posible que en casa lo tenga totalmente adquirido y en la calle cueste en exceso conseguirlo, no hay que desesperar y hay que ser constantes y darle tiempo para que lo interiorice.

El perro guía

Los perros guía son perros de asistencia pero ¿Qué es un perro de asistencia? Lo podemos definir como aquellos animales que prestan un servicio a aquellas personas que presentan una discapacidad ya sea física, psíquica o sensorial. Asimismo incluimos a aquellas personas que padecen alzheimer u otras enfermedades degenerativas. El perro de asistencia tiene como labor complementar a su dueño en las tareas diarias para mejorar su calidad de vida y su bienestar.

En este artículo nos vamos a centrar en los perros guía o lazarillos. Todos/as en algún momento hemos paseado por la calle y nos hemos encontrado con una persona invidente que iba acompañada de un perro labrador o  Golden retriever (aunque existen otras razas que pueden hacer de guía pero estas dos son las más comunes). Su labor es lograr que la persona que padece una deficiencia visual pueda ser más autónoma reduciendo la dificultad que supone para ellos.

Estos perros son adiestrados para realizar su labor. En ese aprendizaje que tiene que llevar a cabo el perro existen tres fases.

1)      Fase de habituación.

Se produce desde que el perro es cachorro, más o menos empieza a las 6 semanas y se extenderá hasta los 12 o 18 meses. En este periodo de socialización, el perro se acostumbra a todo lo que hay a su alrededor, además se le enseña a andar con correa, a controlar esfínteres y pequeños aprendizajes de obediencia básica como atender al nombre.

2)      Fase de adiestramiento específico

En esta etapa se le enseñan aspectos más específicos de cual va ser su labor diaria como guía, entre ellos esta andar en línea recta, evitar obstáculos, parar en los bordillos…

3)      Fase de acoplamiento.

A los dos años de vida el perro se le selecciona, siempre el que sea más idóneo, en función de las características de la persona invidente. Por otro lado la persona deberá aprender a manejar al perro y a cuidarle.

Una vez superado el adiestramiento el perro comienza a trabajar, pero los peatones que se encuentra a su paso muchas veces no se dan cuenta de la labor que realiza y le tratan como si fuera mascotas. A continuación voy a detallar qué aspectos debemos tener en cuenta cuando nos encontramos con un perro guía:

  • No le haremos caso para evitar distraerle, evitaremos hacer ademanes para que el perro venga a nosotros o mire para otro lado que no sea el camino que lleva su dueño.
  • No le daremos de comer, estos perros tienen unos hábitos muy estrictos y ya se encarga su amo de darle comida.
  • No le tocaremos ni le acariciaremos. Igual que en la primera si le tocamos le distraeremos. Sabremos que el perro está trabajando porque lleva el arnes puesto y si le distraemos le podemos provocar cometer errores y no se lo pueden permitir.
  • Nuestra mascota: evitaremos que se le acerque. Seguramente nuestro cánido no tenga ninguna intención de hacer daño y tan sólo quiera jugar pero se puede producir un caos y nosotros somos los responsables.
  • Por último si la persona invidente nos pide indicaciones y le vamos a corresponder, nos acercaremos por el lado derecho para que el perro guía quede a la izquierda.

 

Los perros tienen miedo a los cohetes

Muchos dueños de perros no saben que hacer, cuando comienzan las fiestas del barrio, llegan las navidades, o España gana un partido importante de algún torneo internacional, porque es momento de cohetes, petardos y demas elementos ruidosos que pueden provocar en nuestro perro conductas poco apropiadas, que van desde esconderse en un lugar que ellos consideran seguro como puede ser debajo de la cama hasta huir e incluso atacar por miedo.

Los perros responden ante el ruido del cohete por instinto, en la naturaleza el lobo actúa cuando se produce una tormenta eléctrica marchándose a un lugar seguro, donde pueda guarecerse, no hay que olvidar que los perros son descendientes de los lobos por lo que es posible que también desarrollen esa conducta. Dentro de las acciones que puede realizar nuestro perro al escuchar un sonido de petardos se pueden dividir en cinco grupos.

Primer grupo: Dentro de este grupo están aquellos que tienen miedo a las tormentas en las que se pueden escuchar truenos o ver relampagos, este tipo de cánido asemejarán el ruido de los petardos al de los cohetes por lo que buscaran un lugar donde esconderse, normalmente buscan un lugar oscuro.

Segundo grupo: Aquí se encuentran identificados aquellos que tienen hipersensibilidad al sonido, es decir, todos aquellos que escuchen un ruído fuerte y salten. En este grupo la respuesta puede ser muy variada desde esconderse hasta atacar, pasando por multitud de acciones intermedias sin llegar al extremo de ser agresivo.

Tercer grupo: Son aquellos que en un principio no tenían miedo, de cachorros se acostumbraron, pero algo, como un accidente o una mala experiencia a desembocado en el miedo a este tipo de explosiones y buscaran cobijo.

Cuarto grupo: En este grupo se localizan aquellos que tienen miedo por culpa de los humanos. Son aquellos que ante una situación adversa tiemblan y el dueño comienza a acariciarlos reafirmando el miedo.

Quinto grupo: Aquí se encuentran los perros nerviosos e hiperactivos, su personalidad hace que se pongan nerviosos ante un sonido extraño, se puede parecer al grupo número dos pero la diferencia se encuentra en que este quinto grupo no tiene hipersensibilidad al sonido, su conducta es la de estar siempre nervioso.

A través de esta clasificación se puede identificar perfectamente a que grupo pertenece nuestro perro, es posible que no necesitará saber a que grupo pertenece, sino su duda es saber como actuar ante la situación de ruídos fuertes como los que se producen ante los cohetes y petardos, eso lo explicare en el siguiente artículo.

miedo

Collar eléctrico: tortura

Este instrumento es utilizado por personas que se denominan así mismos  educadores de perros.  Estos artilugios provocan descargas eléctricas en el Sistema Nervioso Central de nuestra mascota. El conocimiento sobre la descarga que aplicamos a nuestro perro cada vez que damos al botón es una incógnita, los fabricantes de estos instrumentos de tortura no ponen ninguna etiqueta ni envoltorio con el voltaje que administra el collar, pero sí que ponen frases tipo, educación del perro, reducir el ladrido del perro…

Tener un animal, significa ser un poco sensible y un poco empático ( saber ponerse en la piel del otro) estas cualidades no hace falta tenerlas desarrolladas completamente, pero es necesario que hagan parte de nuestras cualidades positivas, para que nos demos cuenta que los collares eléctricos son elementos que provocan daño y dolor en nuestro noble amigo.

Todos en algún momento hemos sido víctimas de la electricidad estática, hemos recibido un chispazo al tocar a otra persona, o al tocar una barandilla… o también hemos sufrido un calambrazo al enchufar un aparato eléctrico a la corriente de luz. Estas sensaciones no son agradables. Sí afirmamos que no nos gusto podemos hacernos estas preguntas ¿ Porqué tienen que ser agradables para nuestras mascotas? ¿Qué es lo que han hecho tan grave para que les demos un castigo tan horroroso?.

La educación de una mascota debe ser a través del cariño, los humanos también somos animales racionales y aprendemos todo mejor con estímulos positivos, a los animales les pasa igual que a nosotros, sí tienen una consecuencia positiva el aprendizaje se producirá antes, y sí les tenemos que corregir, lo haremos desde el cariño y la comprensión, al final nuestro perro tendrá asimilado el aprendizaje sin sufrimiento.

Los collares electricos solo tienen consecuencias negativas, éstos producen una descarga eléctrica que puede afectar negativamente a los músculos, el corazón o al cerebro y el daño será mayor o menor en función del voltaje que le suministremos, incluso estos daños pueden ser irreversibles. Pero no solo a nivel físico le afecta, a nivel psicológico y emocional  también le afecta. El recibir descargas de forma continuada produce en el perro estados de angustia, stress, nerviosismo, apatía…

Es necesario reflexionar, y llegamos a la conclusión de que sí queremos a nuestra mascota y la queremos educar, en vez de realizar un desembolso económico en un instrumento de tortura hagámoslo en Al final si utilizamos esta vía de aprendizaje positivo, nuestro perro no solo será un cánido educado  sino que será feliz y psicológicamente equilibrado.

En el coche con nuestro perro

A la hora de escoger un coche, igual que tenemos en cuenta si hay niños en la familia hay que incluir entre las variantes si tenemos un perro que va a viajar en él.

La seguridad de nuestro perro es nuestra propia seguridad. Un perro mal asegurado en un vehículo puede ocasionar un accidente o convertirse en un proyectil en una frenada brusca.

Igual que nuestros hijos tienen un lugar y una forma de asegurarse nuestros perros deben tener su propio espacio y cinturón de seguridad.

Separación entre asientos y maletero

Si tenemos perro o pensamos tenerlo y vamos a comprarnos un coche, lo ideal es contar con un maletero abierto que tenga instalado un sistema de separación entre él y la parte de los pasajeros, para que nuestro perro no pueda acceder desde el maletero a los asientos.

En el caso de que nuestro nuevo compañero peludo llegue a nuestra familia cuando ya tenemos un coche es la hora de escoger la mejor manera de instalar una red de seguridad u otro tipo de barrera.

Espacio para moverse

Aunque nuestro perro viaje en el maletero deberemos asegurarle convenientemente para que no salga despedido en cualquier frenazo o accidente. Podemos instalarle en un transportín, una jaula o asegurarle con un cinto al coche.

No olvidemos que deberemos dejarle espacio suficiente para que pueda estar sentado o tumbado, ya que no hay nada peor que obligarlo a estar todo el tiempo en la misma posición sin poder moverse.

En la zona de asientos siempre atado

Si nuestro coche no dispone de maletero abierto, nuestro perro deberá viajar con nosotros en la zona de asientos. Es muy importante dejar claro que no podemos viajar con él a nuestro pies sin llevarlo anclado. Aparte de incumplir una normativa de tráfico estaremos poniendo en peligro a todos los pasajeros.

La forma segura de viajar con nuestro perro es asegurarle a uno de los cinturones de seguridad. Se puede hacer fácilmente utilizando una correa de extensión adaptable que tiene un gancho en un extremo y un anclaje de cinturón de seguridad en el otro. Este extremo encaja a la perfección en los dispositivos de los coches.

Arnés y cinturón, lo más seguro

El extremo del gancho deberá sujetar al perro a través de un arnés. Es muy importante no sujetarlo al collar, ya que en caso de que tengamos algún susto toda la fuerza de la frenada se aplicará en su cuello y le podría ocasionar lesiones graves.

Recordad: arnés + cinturón de seguridad siempre.

Parques caninos

Los parques caninos son lugares adaptados para que nuestros perros corran y jueguen con otros perros, pero no es un lugar donde voy y dejo al perro y me marcho, no funciona así, hay que estar en el interior del parque para los problemas que puedan surgir, porque nuestro perro puede ser muy sociable pero siempre nos podemos encontrar algún perro que busca problemas, una perrita que esta comenzando el celo, o un cánido enfermo o herido. Para acudir a un parque canino hay que tener algunas ideas claras para que nuestro perro y nosotros disfrute de ese momento de distensión.

Antes de acudir al parque debemos andar un poco con nuestro perro, para evitar la sobre excitación, que cuando llegue ya esté a unos niveles normales de energía, para ello podemos acudir andando o sí nos pilla lejos y tenemos que ir en coche, deberemos dar un paseo de 20 – 30 minutos con nuestro perro.

Nuestro perro tiene que estar sano de salud, sí ha pasado por alguna enfermedad de la que todavía no se ha recuperado o se siente débil porque se ha golpeado y cojea, es mejor que no vayamos al parque porque podemos tener un disgusto. En las manadas de perros o de lobos no admiten un miembro débil, y le atacan, sí vamos al parque y nuestro perro tiene algún problema de salud el resto lo detectarán y le podrían atacar.

Cuando entremos en el parque debemos entrar con tranquilidad, va haber muchos perros que se van acercar a olisquear, es su forma de saludarse, no debemos ponernos nerviosos porque eso hará que nuestra mascota también se altere. Una vez que le soltemos, sí es la primera vez que vamos todos los perros irán detrás del nuestro, es su forma de establecer que lugar ocupa en la manada, es posible que para ello le sometan, es decir le pongan panza arriba, eso les estará comunicando que es sumiso.

Que nuestro perro se lleve bien con el resto dependerá del grado de socialización, es decir de la semana 8 hasta la 16-20, durante ese tiempo a cuantos estímulos les hemos expuesto. Una de las cosas que puede suceder es que se ponga a ladrar continuamente, no porque quiera atacar sino por miedo de que no sabe como relacionarse.

Cuando el perro es adulto también pueden surgir problemas sino hemos castrado a nuestra mascota, porque se vuelven muy territoriales con otros machos.

Sí tenemos todo esto en cuenta no tendremos ningún problema con nuestro perro dentro del parque.